Los koalas
pasan la mayor parte del tiempo en los eucaliptos.
Son unos grandes trepadores. Se caracterizan por tener un cuerpo pequeño,
regordete y unas extremidades relativamente largas. Sus pies y garras reúnen
las cualidades necesarias para agarrarse y balancearse en las ramas.
Si los koalas
quieren subir a un árbol, saltan desde el suelo, sujetándose a la corteza con
sus garras y trepan. Suben y bajan de los árboles siempre con la cabeza hacia
arriba. Normalmente, descienden lentamente, ya que sólo utilizan una pata,
primero y otra después.
Generalmente,
los koalas solo descienden de un árbol para llegar a otro. Aquí les acecha la
mayoría de los peligros. Cuando caminan, adelantan primero la mano derecha,
después el pie izquierdo, la mano izquierda y finalmente el pie derecho. Y
cuando corren, mueven pies y manos a la vez. Intuitivamente.
Los koalas
intentan protegerse del peligro en las ramas de los árboles. En las
urbanizaciones, trepan por las paredes, vallas, postes de luz y letreros de las
calles.
Algunos koalas
permanecen más tiempo en el suelo que otros. Este comportamiento depende del
tamaño del territorio y de la distancia entre los árboles. A menudo, en las
cercanías de las urbanizaciones deben recorrer más distancia por el suelo que
en su hábitat habitual.
En los árboles
adecuados, los koalas se muestran tranquilos. Su comportamiento depende de la
condición de las horquillas de las ramas, de las condiciones meteorológicas y
de la hora del día.
Dado que el
tiempo cambia constantemente durante el día en un bosque australiano,
los koalas pueden estar en diferentes lugares: al sol, a la sombra, en una zona
de viento frío o en lugares protegidos del viento o de la lluvia.
Los koalas
pueden estar inmóviles sobre una rama durante una hora. Mientras duermen, se
aferran a las horquillas para no caerse. El pelaje de su parte trasera
inferior, que es especialmente espeso, les permite apoyarse en las ramas más
duras.
En los días
fríos, húmedos y ventosos, los koalas se enrollan como una bola para ocupar
menos espacio y desprender el menor calor posible. Cuando llueve, el agua se
desliza por el lomo de los koalas como sucede con los patos. En los días
calurosos, secos y bochornosos, los koalas no sufren tanto el calor, ya que el
pelaje de su pecho, claro y largo, absorbe el calor. Cuando hace viento, su pelo
se mueve y así se refrescan.
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